Cerro Maravilla
25 de julio de 2025
En primer lugar, quiero agradecer a los organizadores, por la dedicatoria, claro, pero también por el esfuerzo, año tras año, de
mantener viva esta actividad, que es por un lado, el señalamiento, la denuncia de los extremos a los que llegó la represión independentista (al punto del entrampamiento y asesinato de Arnaldo Darío Rosado y Carlos Soto Arriví) y por otro, la celebración de la persistencia en la lucha para que en Puerto Rico mandemos los puertorriqueños y las puertorriqueñas, y de las diversas maneras en que se manifiesta una revaloración de la identidad nuestra que una vez fue condenada y despreciada. En
los tiempos del martirio de Arnaldo y Carlos, todavía era visto como un signo de sedición el ondear sola la monoestrellada, con el triángulo celeste de fondo a esa estrella para la cual no hay lugar en la enseña del país que nos mantiene como colonia. Hoy, tantos años después, vemos a una juventud vibrante que diseña, teje, cose, imprime, borda, y exhibe en la camisa, en el pelo, en la cartera, nuestra bandera como señal de esperanza y resistencia, acompañada de la flor de maga como
la que lució Jasmine Camacho, símbolo de nuestra nacionalidad en la diáspora, o del sapo concho que acompaña la vejez y las fotos del personaje encarnado por el querido Jacobo Morales y de la pava que, resignificada por el gran fenómeno cultural y sociológico que es el Conejo Malo, ya no es sinónimo del jíbaro decapitado de la bandera de quienes hoy celebran un año más de coloniaje, sino un saludo generoso y sentido a la raíz de nuestro pueblo. Han cambiado los tiempos. Mucho. Pero no lo
suficiente.
A pesar del inmenso avance que representaron los resultados electorales de la Alianza el pasado año, (y saludo a Juan, recién llegado de un viaje a Wahington que tiene desvelados a unos cuantos) la agenda de justicia y transformación de Puerto Rico sigue con una desventaja abismal frente a las fuerzas retrógradas, los mayordomos de la
corrupción que tienen absoluta mayoría en la legislatura y dominio pleno del Ejecutivo. Con frecuencia me encuentro con gente comprometida con las causas más justas y apremiantes, personas profundamente comprometidas con la reconstrucción de un sistema eléctrico en manos del pueblo o con el adelanto de iniciativas ambientales de las que depende la integridad de nuestro territorio y el desarrollo económico del país. Con la mayor buena voluntad, me preguntan por la manera de lograr, en este
cuatrienio, la aprobación de legislación que atienda esas aspiraciones. Mi respuesta es la siguiente: este es el cuatrienio en que el gobierno le quiere otorgar a New Fortress un contrato que es tan y tan malo, que hasta la Junta, en un extraño momento de lucidez, lo condena. Este es el cuatrienio en que la protección de los recursos naturales está en manos de una persona que legalizó la titularidad privada de espacios que nos pertenecen a todos y todas en La Parguera. Este es el
cuatrienio en el que se han aprobado proyectos para facilitar la extracción de arena, para dar permisos de construcción por pura inacción de las agencias, para extender la vigencia de la ley 22, instrumento de desplazamiento y empobrecimiento. Este es el cuatrienio de quienes ven un futuro de un Puerto Rico sin puertorriqueños.
¿Qué nos toca
entonces? Animados por el logro sin precedentes de noviembre nos toca trabajar para que ese escalón, que alcanzamos en el 2024, nos lleve a otro nivel. Nos toca explicar que necesitamos gente buena, capaz, honesta en todos los espacios de tomar decisiones. Nos toca comprender la inmensa responsabilidad que representa ser herederas y herederos de una tradición política que va desde Betances hasta los jóvenes que hoy enarbolan con orgullo nuestra bandera; de las generaciones que desde
todos los espacios han reclamado y han trabajado por un país más justo y solidario. Para alcanzar ese fin, hay que hacer más, y para eso contamos, en la diversidad de la Patria, con personas con las que podemos tener profundas diferencias, pero aún más profundas coincidencias. Ese es el trabajo desde la trinchera electoral en la que desde hace casi 80 años la institución que represento, el Partido Independentista Puertorriqueño, ha laborado incansablemente, y que nutrió las
aspiraciones de la Alianza.
Ahora, aquí conmemoramos hoy los hechos terribles que cobraron la vida de dos jóvenes independentistas. Y alumbrando el anhelo de transformar la forma de gobernar el país, de llevar honestidad y capacidad de gestión pública, está nuestra convicción de que en nuestra tierra, tenemos que mandar nosotras y nosotros; de que sólo con la plenitud de la independencia nuestra nacionalidad
desarrollará todo su inmenso potencial. Y esta verdad es hoy más evidente que nunca: el país que hace 127 años invadió nuestras costas es hoy una nación desacreditada, lidereada por un odio desmedido al inmigrante, al pobre, a las mujeres, a las comunidades LGBTT, a toda diversidad racial de identidad. Es más que cómplice, instigador de los crímenes que cada día se cometen contra el pueblo palestino. Junto a Israel, son el padre y la madre de un genocidio transmitido en tiempo real.
Estados Unidos- su gobierno- se ha convertido en la prueba de que el género humano no siempre evoluciona hacia el progreso. Hoy, son ejemplo del retroceso a la barbarie. Más que en cualquier otro momento de la historia, son la antítesis de las aspiraciones, de las virtudes, del pueblo puertorriqueño. Nuestro mejor momento.
Que este 25 de julio,
esta recordación de los mártires de ese día y de los hombre y mujeres que en todas las épocas y de diversas maneras han dado la vida por la Patria, sea entonces el momento de renovar los votos con nuestra lucha, de la voluntad de procurar los acuerdos más amplios para el bienestar de nuestro Puerto Rico, y de continuar trabajando, desde todos los espacios, para que llegue el día de nuestra libertad, el día en que nuestra bandera ondee sola.
¡Que viva Puerto Rico Libre!