Como pueblo caribeño y latinoamericano, nuestra experiencia con las comunidades migrantes ha sido de integración, convivencia y hermandad. La amenaza de deportaciones masivas, la autorización para redadas en iglesias y escuelas y el uso de fuerzas armadas para poner en marcha las iniciativas trumpistas de racismo y xenofobia, además de abusos de poder, son medidas contrarias a nuestra
idiosincrasia y a nuestro sentir colectivo. Nuestro pueblo también conoce el dolor de la emigración y el sufrimiento del discrimen. Solidaridad con las comunidades de emigrantes que hoy son las primeras víctimas de un régimen de odios y exclusión.