Entrega de la Medalla Gilberto Concepción de Gracia
a Rubén Berríos Martínez
Rubén Berríos: perseverancia e inspiración
Colegio de Abogados
María de Lourdes Santiago Negrón
viernes, 20 de octubre de 2023
Muy buenas noches a todas y a todos. “Hoy,… lo que hace que cada uno de ustedes haya llegado aquí desde distintos puntos de la Isla, es que hay un resorte espiritual que va más allá de las teorías, más allá de las epifanías y los cánticos; que va hasta la misma médula de eso que hace que un ser humano ame tanto más aquellas cosas mientras más cerca están de su lugar de nacimiento o de
crianza.” No sé si Rubén las reconozca, pero esas fueron sus palabras ante la Asamblea General del PIP el 9 de septiembre de 1973 en medio del proceso que definiría el rumbo y el carácter nacionalista y socialdemócrata de la institución cuyo nacimiento celebramos hoy aquí. Hoy, literalmente mi primer pensamiento del día al abrir los ojos fue: ¿Cómo habrá sido la mañana del 20 de octubre de 1946, para los hombres y mujeres de Aguadilla, de Ponce, de San Juan, que se preparaban para llegar
ese día hasta la gallera Las Palmas en Bayamón a dar testimonio de su fe en la libertad, fundando, bajo la dirección del Dr. Gilberto Concepción de Gracia este movimiento de liberación nacional que es el Partido Independentista Puertorriqueño? Y pienso que, en aquel 20 de octubre de 1946, en este 20 de octubre de 2023, la respuesta es eso que escribió Rubén en el 1973: un resorte espiritual que va más allá de las teorías, de las epifanías y los cánticos, que va a la esencia de lo que
somos: portaestandartes de la vocación de un pueblo a mandar en su tierra.
Quiero, antes de cualquier otra cosa, agradecer al Colegio de Abogadas y Abogados, el trabajo que a través de la Comisión para el Centenario de Gilberto Concepción de Gracia se ha realizado en los últimos años. Y quiero recordar también, el inmenso amor filial que depositó en ese esfuerzo el Lcdo. Gilberto Manuel
Concepción Suárez, hijo del fundador del PIP. Siguiendo, como pocos, el llamado de Martí: “con los pobres de la Tierra quiero yo mi suerte echar”, don Gilberto repudió de manera absoluta cualquier otra forma de ejercer la abogacía que no fuera servir a los pobres, a las víctimas de grandes injusticias y al cultivo de la fe en la libertad. De ahí su trabajo con los obreros migrantes sometidos a servidumbres abusivas en las plantaciones en los Estados Unidos, su participación en la defensa
de los sentenciados por traición en el 65 de Infantería en aquella faena racista de las fuerzas armadas estadounidenses, y su ejercicio del oficio de la política como una contribución- en sus propias palabras- al “progreso ininterrumpido – material y moral- de la civilización humana”.
Sobre esa zapata de labor patriótica es que en a mediados de la década del ’60 llegaría a colaborar –primero con
la campaña del 1964, luego con la re inscripción del Partido Independentista en el 1967- un muchachito rubio de Abonito, cargado de títulos universitarios y con una convicción apasionadísima por la causa de la independencia. Asume la encomienda directa de don Gilberto y va pueblo por pueblo buscando independentistas y notarizando peticiones de inscripción. Cada vez que voy a Cidra, me parece ver, casi como en una película, y como él nos ha relatado, la llegada de este joven
desconocido al negocio, en la esquina cerca de la plaza, de don Fernando Barrionuevo, o la mesa, en medio de Barrio Obrero, en la que Jorge Segarra Olivero (de quien yo tanto aprendí como su oficial jurídico) y Rubén notarizando las peticiones de inscripción. Ese fue el comienzo de Rubén en el PIP.
Es un principio fundamental del derecho el que todas las personas somos iguales; gozamos – o debemos
gozar- de la misma protección de la ley y ante el Estado. Pero, de forma separada a ese principio jurídico, no hay duda de que la Providencia, la Naturaleza, o la genética (como cada cual lo sienta y entienda) puede ser excepcionalmente generosa en la concesión de ciertos dones a ciertas personas. Y por eso hay espíritus privilegiados en las artes, o las ciencias, o en el afán de adentrarse en lo desconocido por la experiencia o el intelecto. A Rubén Berríos Martínez, a ese muchacho
rubio al que hoy se le entrega la Medalla Gilberto Concepción de Gracia, le tocó un conjunto extensísimo de dones: inteligencia, una memoria privilegiada, disciplina, oratoria, carisma, constancia, clarividencia política, sensibilidad, compasión- y hasta un sentido de dirección sobrenatural que hace que no se pierda en ningún rincón de Puerto Rico- es como si le hubieran instalado el GPS original. Sobre ésto tenemos la historia de Rubén, regresando tardísimo a San Juan, dormido en el
asiento de atrás del carro, diciéndole al chófer: “era a la izquierda que había que virar”. Y todos esos dones – para usar la frase de Borges que mil veces le hemos escuchado “por el misterioso laberinto de las causas y los efectos” resultaron ser los talentos indispensables, necesarios y suficientes para asumir la tarea, en un escenario político de inmensas complejidades, de la dirección del independentismo puertorriqueño organizado. Hoy me atrevo a decir- sin pretensiones
hagiográficas, reconociendo sus luces y sus sombras, que si no fuera por el genio político y por la constancia, por el optimismo, por la tenacidad, por la fe, por la capacidad de inspirar de Rubén Berríos, y por las circunstancias que generó el uso sabio de esos dones, la inmensa mayoría de nosotras y nosotros no estaríamos haciendo lo que nos toca por la lucha por la independencia. Como el siervo mejor de la parábola de los talentos que nos ofrece el Evangelio, Rubén ha multiplicado
los dones que le fueron entregados, y la evidencia de ese acrecentamiento de bienes, es esta celebración de este 77mo aniversario del Partido Independentista.
Hay cosas de las que no solemos hablar, que marcaron un punto de inflexión en la historia del Partido Independentista Puertorriqueño- y de hecho Rubén ha sido muy generoso en los esfuerzos de convergencia y de reencuentro- pero creo que es
importante puntualizar algunos datos, sobre todo para que las más jóvenes en militancia que están aquí esta noche ganen en perspectiva de la función de nuestra institución. Para principios de los años setenta, cuando comenzaba a cimentarse el liderato de Rubén en el Partido, ciertos sectores del independentismo puertorriqueño estaban convencidos de que la propuesta política de liberación nacional debía distanciarse de la herencia nacionalista que nos llega por vía de don Pedro Albizu
Campos – y de ahí, por ejemplo, los episodios muy lamentables de los que fue víctima doña Lolita Lebrón, quien hace mención del asunto en su intercambio epistolar con Francisco Matos Paoli, recogido en el libro Las Cartas. Sostenían además esos sectores que el PIP debía convertirse en suscriptor del marxismo-leninismo y promover un modelo que replicara la experiencia china, soviética y cubana. Y no puede sorprender que se gestara esa corriente cuando a través de todo el mundo se
vivía el entusiasmo generado por la revolución cubana, la indignación por la guerra de Vietnam, que tan alto precio hizo pagar a Puerto Rico, mientras aquí estaba en su apogeo la práctica del carpeteo, los infiltrados en organizaciones políticas, estudiantiles y sindicales, y todo el peso mediático y político de la Guerra Fría. ¿Acaso no parecía tentadora la radicalización total del independentismo en señal de sintonía con lo que ocurría en otras latitudes? La postura de Rubén – cuya
corrección ha adjudicado la historia fue que el PIP debía seguir “la línea recta y sensata de la independencia y del socialismo democrático y sensato, ajustado a la realidad puertorriqueña, no la línea ultraizquierdista y dogmática de los que figuran que, copiando esquemas, fructíferos en otros lugares, pueden lograr el respaldo de nuestro pueblo trabajador”. A los que veían al nacionalismo como una reliquia descartable replicó: “Nacionalismo en Puerto Rico quiere decir…una defensa acendrada y
profunda de esta tierra que nos dio la vida para que nosotros mandemos aquí, en esta tierra, y no venga nadie a mandar por nosotros.” (Discurso ante la Asamblea General del PIP el 9 de septiembre de 1973) De esa experiencia, Rubén salió, además, acompañado de quienes luego serán también maestras y ejemplo de mi generación- y menciono a algunas de las que ya están más allá de las puertas del misterio: Irma Rodríguez en Orocovis, Manuel Díaz y Guelcia en Peñuelas, Baldramina en
Guayanilla. Electoralmente resultó también fortalecido, como demostraron los resultados del 1976.
Gracias a, lo que me parece mí, fue ese gran ejercicio de clarividencia política y serenidad institucional, gracias a la capacidad de reconocer y apartarse del espejismo, en ese espíritu, hasta el día de hoy, nuestro Partido ha seguido el camino de la defensa de nuestra nacionalidad y de aspiración a la
socialdemocracia, en medio de vicisitudes, tropiezos, momentos de sequía y desazón, como tiene que tenerlos la lucha –casi nada- contra el imperio más poderoso que ha conocido la tierra. ¿Cómo se sigue adelante sin ninguna señal objetiva, material, de que hay una posibilidad de triunfar? Rubén gusta mucho, conoce mucho, de poesía, y hay unos versos de Machado que se los escuché por primera vez a él y que recogen lo que a veces sentimos los que nos dedicamos al oficio de la
política:
Hay dos modos de conciencia:
Una es luz, y otra, paciencia.
Una estriba en alumbrar
Un poquito el hondo mar
Y otra, en hacer penitencia
con caña o red, y esperar,
como el pescador.
Dime tú ¿cuál es mejor?
¿Conciencia de visionario
que mira en el hondo acuario
peces vivos,
fugitivos,
que no se dejan pescar,
o esa maldita faena de ir arrojando a la arena,
muertos, los peces del mar?
Rubén, sin siquiera dejarse tentar por la amargura, ha optado por la conciencia de visionario, con la certeza que sólo da la convicción en lo que aún no vemos, es decir, la fe – que por algo nos enseña la teología que es el don mayor. Rubén le da dedicado su vida, como nadie que yo conozca a causa alguna, al Partido Independentista. Eso sólo lo ha podido modificar parcialmente la llegada de sus nietos - gracias a quienes ha llegado
a hacer cosas como ir al cine. Y en cada día de esa vida, ha seguido el mandato de Albizu: “Una filosofía optimista debe informar todas nuestras doctrinas. Llueve sobre Puerto Rico una doctrina pesimista que lo desmoraliza y lo acobarda y que debemos atajar en todo momento. Hay que levantar ese espíritu político de Puerto Rico, y decir que puede llegar a ser lo que quiera y conquistar su independencia si así lo desea”.
Pero no sólo es el ánimo optimista; es la capacidad inacabable de trabajar y trabajar. De visitar cada comité una y otra y otra vez, de escribir y escribir con una meticulosidad que sufrimos los que leemos las 15 versiones de cada artículo. Es la tenacidad que va desde lo material a lo trascendental - desde cómo conseguimos fondos para la campaña hasta cómo diseñamos una propuesta de descolonización que convoque a quienes aún no son independentistas para
ir allanando el camino a nuestra soberanía. El gran poeta y novelista francés, Víctor Hugo, escribió algo que parece pensado en Rubén: “Los obstinados son los sublimes. El obstinado es el que tiene grandeza. Casi todos los secretos de los corazones están en esta palabra: perseverancia. La perseverancia es al valor lo que la rueda a la palanca: es la renovación perpetua del punto de apoyo…”.
Pero es
más que el optimismo y es más que la perseverancia: es saber contagiar a otros con ese optimismo y esa perseverancia, es esa capacidad misteriosa de inspirar, con sólo la palabra y la fe como instrumentos. Me he topado con muchas, muchas personas, que recuerdan con claridad absoluta, como un momento de iluminación, la primera vez que escucharon a Rubén. De las historias más lindas es la que nos hizo una compañera en una actividad en memoria de Julia de Burgos en casa de Irma Serrano
y Carlos Gorrín. Ella tenía 10 años y estaba meciéndose en su columpio, cuando escuchó la voz de Rubén por micrófono o altavoces, en lo que me imagino era uno de los micromitines que se celebraban entonces, y le pidió a su mamá que la llevara a escuchar a “ese señor”. Y desde entonces, independentista.
Hay algo en la palabra de Rubén, en el proceder de Rubén, que es como una convocatoria al
espíritu. Y por supuesto, no hay mejor ejemplo que Vieques. Recuerdo la gran desilusión con la que Roberto Iván y yo salimos de la oficina de Rubén en el Senado, al otro día de la muerte de David Sanes, porque Rubén descartó de plano nuestra gran idea de un super piquete en Roosevelt Roads. Lo que en ese momento no sabíamos es que Rubén ya iba pensando en cómo lograr que la chispa que provocó esa tragedia fuera un gran incendio de indignación y reclamo. Al par de días,
estábamos en una reunión en el Comité Nacional y Fernando nos dice: “Rubén va a entrar al campo de tiro”. Lo que pensábamos, a partir de la experiencia en Culebra que sería una desobediencia civil de varios días, se convirtió en una estadía larguísima (del 8 de mayo de 1999 al 4 de mayo de 2000) en medio de la nada, en la playa que bautizamos con el nombre de Gilberto Concepción de Gracia. Nunca faltaron compañeras y compañeras – a riesgo de arrestos que no sabíamos cuándo
ocurrirían- para el relevo semanal de acampantes. Nunca escuché de Rubén –quien no es un gran fanático de la playa- una sola queja. Ni por las quemaduras de sol, ni por el daño a sus ojos en aquellas primeras semanas, ni por la falta de comodidades básicas, ni cuando le diagnosticaron cáncer “la credencial de viequense que me faltaba”, como dijo en aquel momento. Y después de los desalojos del 4 de mayo, en dos ocasiones más entró a la zona prohibida, cumpliendo al final dos meses de
cárcel. Y tras él, cientos de militantes de nuestro partido que a lo largo de tres años continuaron la desobediencia civil, inspirados por aquella frase de la gesta de Culebra “Violar la ley del imperio es cumplir la Ley de la Patria”, y por la que luego acuñó “Ayer Lares, hoy Vieques, mañana Puerto Rico”. Creo, y esto hay que decirlo, que de las grandes ingratitudes que hay en nuestro país, está la publicación de escritos, documentales, relatos sobre Vieques, en los que
parecería que Rubén ni pisó suelo viequense en ese proceso que terminó con una gran victoria para nuestro pueblo.
En el año 2003, la Marina finalizó toda acción militar en Vieques. A pesar del enorme sacrificio de Rubén, y de su superioridad como candidato, en las elecciones del 2004 el partido no logró los votos suficientes para conservar la franquicio electoral. Los más jóvenes estábamos
devastados. Con una serenidad pasmosa, sin asomo de desilusión, Rubén pidió una copia de la ley electoral, y allí mismo redactamos la carta para iniciar el proceso de reinscripción- lo que logramos, porque entonces la ley permitía empezar el proceso de inmediato, en cuestión de semanas. Pero lo realmente asombroso es que esa noche, después del profundo sentido inicial de derrota, llegamos de madrugada a nuestras casas pensando que, después de todo, había algo bueno en haber perdido la
inscripción. Es en esos momentos que Rubén ha probado lo que es su inmensa vocación democrática, porque cómo él mismo ha dicho, es fácil creer en la democracia de mayorías, lo difícil es defender la democracia desde la minoría.
Ese mismo empuje y talento político llevó a Rubén a darle visibilidad a nuestra lucha a nivel internacional. En el 1973, su comparecencia histórica ante el Comité Especial
de Descolonización, junto a Juan Mari Bras, fue vital para revivir el tema de Puerto Rico en las Naciones Unidas. En el 1979 fue cofundador de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina (COPPPAL), junto a figuras inmensas de la política latinoamericana- José Francisco Peña Gómez, Gustavo Carvajal y Tomás Borges (que solía decir que de la gente que más había querido en la vida eran Julio Cortázar y Rubén). Junto a Fernando Martín, que creo justo decir, más que colega
y compañero es su hermano, gestionó el ingreso del PIP a la Internacional Socialista, de la cual fue designado Presidente Honorario tras la gesta de Vieques. Con su trabajo internacional Rubén rompió el aislamiento insular del independentismo y logró que la independencia de Puerto Rico se convirtiera en parte de la agenda política de muchos partidos importantes en el mundo. Hace varios años, en el plenario de la Internacional, tuve la buena fortuna de presenciar su fogosa defensa del pueblo
saharaui ante las pretensiones de Marruecos y España de invisibilizar el sufrimiento de uno de los pueblos más desamparados del mundo. En el 2010, tras el terrible terremoto que asoló a Haití, contra toda prudencia, insistió en llevar él mismo ayuda para su gente más querida allá, como su gran amigo Víctor Benoit. Ese contacto con el mundo más allá del archipiélago, ha servido además para cimentar nuestra conciencia, nuestra identidad, como caribeños y latinoamericanos. Por eso,
nuestro Partido Independentista Puertorriqueño puede llamarse también bolivariano y martiano.
Rubén fue nuestro Portavoz en el Senado en cuatro ocasiones del 1972-76,1984-1988, 1992-1996 y 1996-2000 (cuando renunció al escaño por estar en Vieques). Presentó legislación sobre seguridad alimentaria- de especial recordación es su propuesta para la siembra de arroz, descarrilada por los
intereses económicos vinculados a la importación de ese producto; fue suya la primera idea de un Museo de Arte de Puerto Rico y la ley para una asignación recurrente al Museo de Arte Contemporáneo; es autor de la ley-ya derogada- para cuido de niños en las agencias públicas como alivio para la madre trabajadora y de la que ordenaba la celebración de actividades sobre derechos civiles en la semana en que se conmemora la abolición de la esclavitud, que corrió igual suerte.
Desde su primer cuatrienio como Senador, según reseña en el 1975 el periódico El Mundo, anticipó con absoluta claridad la quiebra que finalmente se declaró en el 2016 y que ha permito la enorme involución política que es la dictadura de la Junta de Control Fiscal. Decía Rubén hace 48 años: “La economía será cada vez más dependiente del exterior porque dependerá en mayor grado de préstamos del
exterior y de transferencias federales. Por lo tanto tendremos menos capacidad para hacer decisiones propias. Esto es así porque en ausencia de una mayor producción, la única solución para mantener la economía a flote será a través de mayores préstamos del exterior y más ‘mantengo’ del exterior también”. “Se generará una creciente población desempleada que substituirá fundamentalmente del mantengo. La industria no generará los empleos suficientes y el gobierno, como
patrono de última instancia, se verá limitado, aún más que hoy, por la escasez de dinero”. “Se hará inevitable un aumento sustancial de deuda externa, pues el gobierno tendrá que sustituir la inversión privada, que es proporcionalmente menor cada día, con inversiones del gobierno para mantener la economía creciendo a un mínimo. Pero no fue sólo la denuncia profética; para esas fechas Rubén presentó un programa de desarrollo económico, que, como su advertencia de lo que
hoy vivimos, no fue escuchado.
Creo que todos y todas los que estamos aquí de alguna manera nos hemos formado políticamente al amparo de la figura, el ejemplo y la inspiración de Rubén. Sus enseñanzas, (como las historias, casi en parábola, que reconocemos los que militamos en el Partido, del cepo, el alacrán y el herrero y yo, el viaje hacia el puerto seguro de la libertad) han guiado
nuestro entendimiento, y nuestra acción. Para mí, para Juan, para Roberto Iván, fue determinante su encomienda de visitar cada comité del Partido Independentista, tarea que realizamos para las mismas fechas de la desobediencia civil en Vieques. Llegábamos a cada pueblo con una hoja suelta con nuestras fotos y algunos datos, a manera de carta de presentación de parte de Rubén. Así aprendí que una lucha como la nuestra, en la que lo único que hay para repartir es trabajo y dignidad, no se
puede comprender si no entras a la casa de la gente, si no compartes en su mesa, si no se crean los vínculos de afecto y amistad que hacen de nosotras y nosotros verdaderos hermanos y hermanas. Escribiendo estas líneas, me resultó algo así como un decálogo de las cosas que he aprendido, que creo que todas y todos hemos aprendido, de Rubén:
1. Que lo importante no son las flores, sino los amores
2. Que la ingratitud es el peor
pecado
3. Que la elegancia y la consideración nunca están demás en el trato al adversario
4. Que el trabajo nunca está hecho y por eso los únicos patriotas de verdad son los que están seis pies bajo tierra, porque esos ya cumplieron
5. Que la política sólo vale la pena si se hace con afecto, alegría, optimismo y compasión, recordando que no sólo luchamos por un país libre, sino por un país más
justo
6. Que en la organización del Partido, por toda tarea tiene que haber una persona últimamente responsable y que no se cancela nada; así haya una tormenta eléctrica, llegamos a la caminata
7. Que lo que no se escribe se nos pierde en los laberintos y brumas de la memoria
8. Que es necesario entender, con respeto y generosidad, los procesos de cada compatriota que aún no es
independentista
9. Que “las estrellas más lejanas, las que ni tan siquiera se ven, son los soles más esplendorosos. Así pasa con los independentistas. ¡El que apenas se nota, el que se dedica y no aspira al reconocimiento, ese es tal vez el sol más radiante en el firmamento de la Patria!” (mensaje desde la playa Gilberto Concepción de Gracia en Vieques, junio de 1999).
10. Qué “lo importante, lo difícil y lo imprescindible no es el gesto
deslumbrante de un momento, el relámpago fugaz y pasajero, es la perseverancia, la tenacidad, la dedicación constante y generosa de una vida… No frustrarse, no cansarse, no desesperarse”.
He visto no sé cuántas veces, y siempre me emociona igual el anuncio de Rubén de la campaña de Alborada, que creo que es el anuncio político más lindo y emotivo que se ha hecho en Puerto Rico”: “Si este cielo es libre y es libre
la mar, ¿Por qué yo no puedo tener libertad? Somos de esta tierra, somos la alborada, un pueblo que espera la hora señalada”.
Creo que todas y todos vivimos momentos decisivos, los de la hora señalada, los tiempos para el triunfo de la esperanza, y si eso es posible, es porque contamos con una institución a prueba de todo, como el poema de Tomás Blanco- “como el unicornio en la manigua alzado, listo para la fuga, alerta y tenso”- una institución formada a la imagen de dos hombres
extraordinarios. Este es el Partido de los hijos y las hijas de Gilberto Concepción de Gracia y de los discípulos y discípulas de Rubén Berríos Martínez. Gracias, Rubén. ¡Que viva Puerto Rico Libre!