Resurgen las alianzas políticas de cara a las elecciones de 2024
En medio del debate por las enmiendas al Código Electoral, comienza a sonar una posible coalición entre el PIP y Victoria Ciudadana
sábado, 5 de noviembre de 2022 - 8:00 p.m.
Por Génesis Ibarra Vázquez
Por más de medio siglo, las alianzas políticas –o las llamadas “coligaciones”, en su término formal– no han formado parte de la oferta electoral en Puerto Rico, pese a que su prohibición por ley es más reciente de lo que parecería a simple vista. Cada cuatrienio, un partido tras otro ha perseguido el poder desde sus respectivas
trincheras, pero esa realidad podría cambiar con las elecciones de 2024.
Frente a una pared pintada del vibrante color amarillo que representa a la Comisión Estatal de Elecciones (CEE), Juan Dalmau Ramírez y Manuel Natal Albelo –el primero del
Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) y el segundo del Movimiento Victoria Ciudadana (MVC)– le anunciaron al país un esfuerzo unido contra el Código Electoral.
No es la primera vez que estos dos políticos se unen en un frente. En 2017,
ambos –en ese entonces Natal Albelo como representante del Partido Popular Democrático (PPD)– se unieron a la licenciada Alexandra Lúgaro para promover la soberanía en el plebiscito de ese año.
En esta ocasión, ni Dalmau Ramírez ni Natal Albelo
quisieron hablar de posibles coaliciones para los próximos comicios, pero el líder independentista describió la misión actual: defender el “derecho del elector a tener la más amplia oferta electoral”.
“Creo que el ambiente para una acción
concertada, que tenga efecto electoral positivo, va mejorando de día en día camino a las próximas elecciones. Así que creo que el que la ley no provea el canal ideal (para las alianzas políticas) no quiere decir que no hay muchas formas y muchos niveles en que puede darse esa conjunción de fuerzas políticas para las elecciones que vienen”, mencionó, en entrevista con El Nuevo Día, el líder independentista Fernando Martín García.

https://www.elnuevodia.com/videos/fernandomartinsobreunaposiblealianzaentreelpipyelmvctodohacambiado-video-279859/
La Ley Electoral de Puerto Rico ha sufrido numerosos cambios durante el pasado siglo. En lo que respecta a las coligaciones, la prohibición más reciente se dio en la administración de Luis Fortuño. En 2011, una enmienda al decreto dispuso lo siguiente: “Ninguna persona podrá ser candidato por más de un partido”. El Código Electoral de 2020 es más explícito en su Artículo 6.1: “Los partidos políticos solo se certificarán y reconocerán individualmente dentro de las
categorías dispuestas en esta ley; y sin constituir alianza o coligación entre partidos políticos, sus candidatos o candidatos independientes”.
Para Martín García, presidente ejecutivo del PIP, la “posibilidad real” de una alianza política comenzó
a tomar forma tras los resultados de las elecciones de 2020, una vez, en sus palabras, “se le cae el piso al bipartidismo popular y penepé. Y cuando digo se le cae el piso, lo retratamos numéricamente”.
Ese retrato numérico es el siguiente: Pedro
Pierluisi ganó la gobernación con el 33.24% de los votos. Le siguieron en doble dígito el popular Carlos Delgado Altieri (31.75%), Lúgaro por el MVC (13.95%) y Dalmau Ramírez (13.58%). En otros países –como pasó recientemente en Brasil–, ese resultado hubiese provocado una segunda vuelta electoral.
Pierluisi obtuvo 427,016 votos y Delgado Altieri sumó 407,817. El MVC y el PIP se repartieron, entre ambos, 353,667 votos. Proyecto Dignidad sumó 87,379 tantos y Eliezer Molina –como independiente– recibió 8,751.
“De momento, la posibilidad de partidos coligados o alianzas y entendidos, ya no era cuestión de sumar los tres tuyos y los tres míos, ahora adquiere la posibilidad real de poder dar un gran avance en el país para acabar con el bipartidismo que, como les pasó a los anteriores, se había vuelto completamente insostenible”, acotó Martín García desde el Comité del PIP.

"El que la ley no provea el canal ideal (para las alianzas políticas) no quiere decir que no hay muchas formas y muchos niveles en que puede darse esa conjunción de fuerzas políticas para las elecciones que vienen”, sostuvo Fernando Martín. (David Villafañe Ramos)
Entre 1924 y 1948
En esencia, una coligación permite a una persona ser candidato por más de un partido político en la papeleta. Esto ocurrió en las elecciones de 1924, cuando se formalizó “La Alianza” entre el Partido Socialista y el Partido Republicano; el nombre de Félix Córdova Dávila apareció en las columnas de esos dos partidos por la comisaría residente.
Según el récord histórico, ese año también se formó “La Coalición” entre el Partido Socialista y el Partido Constitucional Histórico (Partido Republicano Puro). Para esa fecha, el gobernador aún era designado por el presidente de Estados Unidos.
Entre 1924 y 1948, surgieron diversas coaliciones, pero el período “más dramático” ocurrió en la década de 1930, según el abogado y analista político Carlos Díaz Olivo.
El Partido Unión Republicana y el Partido Socialista hicieron un entendimiento que fue interesante, porque Unión Republicana tendía a tener entre sus constituyentes a gran parte de los empresarios puertorriqueños en la industria azucarera, (…) y el Partido Socialista buscaba hacerles justicia a los trabajadores, que en muchas ocasiones estaban precisamente en la industria
de la caña”, explicó.
Esa nueva coalición ganó en 1932 y 1936, y triunfó en la elección de comisionado residente en 1940, pero comenzó a perder el control de la Asamblea Legislativa frente al PPD, fundado en 1938. La última instancia de una
elección coligada se dio en 1948, cuando Martín Travieso, quien corrió como candidato por tres partidos, perdió la gobernación ante el popular Luis Muñoz Marín.
Desde 1952, los partidos han buscado el mando en solitario, a pesar de que las
coligaciones estuvieron permitidas por ley hasta hace poco más de una década, cuando la Ley Electoral de Puerto Rico de 1977 –que definía y permitía los “Partidos Coligados”– fue derogada y sustituida por la Ley 78-2011 que firmó Fortuño.
Opiniones mixtas
Si bien reconoció que el terreno está fértil para una alianza entre el PIP y el MVC de cara al 2024, Díaz Olivo opinó que una administración coligada podría traer “más fraccionamiento y más ingobernabilidad”. “Yo prefiero que, si va a ganar el PNP, gane completo, y si ganasen los
independentistas, que lo cojan completo (el gobierno). El fraccionamiento, como lo hemos visto, me parece que no se puede llegar a ningún entendimiento”.
Mientras, describió la estrategia política de Dalmau Ramírez y Natal Albelo como “muy ágil,
muy astuta”.
“Ciertamente, los dos partidos tradicionales no están en su mejor momento, hay mucho desánimo en políticas importantes. Los electores están
también molestos y cuando eso ocurre, hay posibilidad de mirar hacia el lado y buscar alternativas”, apuntó el defensor de la estadidad.

https://www.elnuevodia.com/videos/pipyelmvcsedanlamanodecaraalaseleccionesde2024-video-279818/
Por su
parte, el exsenador popular Eudaldo Báez Galib planteó que las alianzas “no ayudan mucho al proceso político”. A su entender, tener en la papeleta varias posiciones en nombre de una misma persona puede causar confusión en el electorado. Al mismo tiempo, señaló que las alianzas electorales pasadas no dieron resultado.
“El beneficio que pueda haber (en una coligación) ya existe en la Ley Electoral. Tienes el voto mixto, donde puedes votar por el candidato de otro partido, aunque no votes por el tuyo. En caso de Dalmau (ser) candidato a gobernador por el PIP, en la columna del partido de Natal pueden poner un ‘candidato de agua’ y llevar la campaña a base de que voten por ese partido (MVC), pero que voten por Dalmau para gobernador”,
resaltó el licenciado.
Reacio a las coligaciones también se expresó Héctor Luis Acevedo, catedrático y exalcalde de San Juan por la Pava. Al igual que Báez Galib, mencionó el voto mixto como una alternativa a una coligación que Muñoz Marín
catalogó en sus tiempos como “la mogolla”.
“El punto en contra es que tiende a ser una coalición de intereses diversos disfrazados para conjugar un interés de un puesto político. O sea que, aunque sea de una posición, compite con un partido que es
enemigo suyo, pero el interés primario es la toma del poder, la llegada a ocupar una posición, aunque sea con arreglos que no representan lo mismo”, juzgó.
Pronosticó –como está ocurriendo– que los partidos tradicionales comenzarán a atacar con
más energía a las colectividades de minoría ante la posibilidad de algún tipo de pacto. “Creo que lo que va a ser sorpresa es la atención que el PNP y el PPD le van a dar (al PIP y el MVC). En el 2020, los partidos grandes pagaron un alto precio por ignorar a los pequeños, y no creo que eso se va a repetir”.
“Todo ha cambiado”
Durante la conferencia del pasado martes, Dalmau Ramírez y Natal Albelo anticiparon que recurrirían a la vía judicial contra cualquier enmienda que apruebe la Legislatura –y que reciba el visto bueno de Pierluisi– al Código Electoral vigente.
Sobre el particular, Díaz Olivo, Báez Galib y Acevedo argumentaron –en entrevistas por separado– que el camino es difícil e improbable.
Martín García, en tanto, afirmó que una candidatura coligada “no es imprescindible para una acción concertada
electoral eficaz”.
“Un optimista –por no decir yo– podría decir que las acciones concertadas son más fáciles si no hay coligación... Lo importante es que los dos componentes numéricamente más grandes de lo que está fuera del bipartidismo antiguo
coinciden en que esto es una ruta que debe explorarse hasta el final, así que le veo excelentes prospectos”, abundó.
A la pregunta sobre qué ha cambiado en el PIP, un partido históricamente renuente a lanzar puentes, el pipiolo respondió: “Todo ha
cambiado”.
“El Partido Independentista Puertorriqueño, durante buena parte de su existencia, ha sido un partido que ha estado en una ciudad asediada, donde lo fundamental es que, en esta trinchera donde estamos, no acaben con nosotros”, enunció a
este diario. “Cuando empieza a implosionar y colapsar la estructura política colonial, de momento se abre un campo para ocupar nuevo terreno”.
Las alianzas electorales son un mecanismo político presente en numerosos países, entre ellos Italia,
República Dominicana y México. En Estados Unidos –donde se le conoce como “fusion voting”–, está permitido en un puñado de estados, pues el progreso del sistema bipartidista lo fue debilitando con el pasar del tiempo.
Un ejemplo de los resultados
que pueden tener las alianzas –no coligadas, sino de entendimientos– se muestra en la victoria de Luiz Inácio Lula da Silva sobre Jair Bolsonaro por la presidencia de Brasil. Allá, Lula formó lazos con figuras dentro y fuera del espectro usual de su base, entre ellos políticos que perdieron en la primera vuelta de las elecciones.
El disgusto electoral hacia el bipartidismo que ha dominado en Puerto Rico por más de 60 años es, precisamente, uno de los motores que ahora impulsa las posibles alianzas, según Martín García.
“El PPD y el PNP han mostrado ser incorregibles… Y es que todavía piensan que lo que pasó en las elecciones pasadas fue una ráfaga, que la gente tarde o temprano tendrá que votar azul o rojo y que no hay otra alternativa, y que el que no es azul o rojo está fuera del juego. Pues que sigan durmiendo de ese lado”, finalizó.
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