Hoy, la principal ocupación del país, tiene
que ser la recuperación del sistema eléctrico. Sin energía colapsan hospitales, se paralizan industrias y comercios, se interrumpen las comunicaciones y la educación y mucha gente sufre penurias, en algunos casos a riesgo de su vida.
No creo que un sólo sector tenga la receta para remediar un mal tan complejo. Pero sí existe un consenso sólido y amplio sobre varios
puntos:
1. Luma ha fracasado. No se
trata de tal o cual cláusula del contrato o de cuánto se le pueda fiscalizar. Es mucho más grave. No tienen la pericia, la capacidad técnica, el personal ni la experiencia para hacerse cargo de la transmisión y distribución. No es una problema remediable “con una segunda oportunidad”.
2. El costo de continuar con Luma no puede ser asumido por el país. En presentadas luego del apagón del 6 de abril,
se reclaman $400 millones por daños e ingresos dejados de percibir por abonados residenciales y apenas un puñado de comercios. Las pérdidas en todos los sectores son muchísimo mayores. El gobierno debe publicar el costo que los apagones han representados para los servicios públicos.
3. Luma ha secuestrado las posibilidades de desarrollo económico de Puerto Rico. Es imposible hablar de crear o
atraer empresas o de generar cualquier actividad económica con la incapacidad e inestabilidad de la privatizadora.
4. Nadie quiere regresar a la Autoridad de Energía Eléctrica del pasado, politizada, anquilosada, y
opaca.
5. Por encima de las fallas de la
AEE y su alta gerencia, no hay dudas sobre la capacidad y pericia de sus celadores, técnicos e ingenieros. Ese conocimiento institucional es un activo valioso que tiene que ser recuperado y protegido.
6. El pueblo de Puerto Rico ha estado huérfano de representación en todo trámite relacionado a la privatización. El
contrato lo firmaron funcionarios que no sabían ni lo que decía. Aún hoy, cuando los apagones han causado pérdidas de cientos de millones de dólares, empleados de la administración se comportan como abogados de Luma, no del pueblo a quien deben representar.
7. La AEE demostró las posibilidades del esfuerzo público energizando el país hace décadas. Una nueva AEE, que no
responda a partidos políticos puede recuperar nuestro sistema de energía. Pero eso sólo es posible escuchando a los diversos sectores, con una apertura y honestidad de las cuales la actual administración ha demostrado no ser capaz.
8. Para que el cambio ocurra, el país tiene que dejarse sentir. Por eso es importante no sólo la manifestación de
hoy, sino toda iniciativa de exigencia de transformación.